miércoles, 9 de febrero de 2011

Chamán estafador.


Un día me levanté por la mañana con un dolor de cabeza y de barriga insoportable. Yo no sabía qué era. Me puse a pensar y de momento se me vino una imagen a la cabeza: aquel día en el que yo robé un poquito de comida a los más ricos del bosque. Pensé que era un Dios que me había castigado por aquel error que cometí. Pensaba que se me iba a pasar al cabo del tiempo pero el dolor cada vez iba a más y a más...


Dos horas más tarde, vino mi madre y me dijo que conocía a un chamán muy famoso en el bosque que curaba todas las maldiciones de los Dioses por cometer algún pecado. Después de recibir esta noticia de mi madre fui a la cueva de aquel chamán. Cuando entré me entraron unos escalofríos y al verlo me quedé helada.


Llevaba una ropa muy rara, era algo parecido a una túnica pero de colorines que llegaba hasta la cintura, después tenía un tapa-rabos. También llevaba un bastón que en el extremo tenía como un recipiente donde había un líquido amarillo.


Nada más entrar me dijo que me acostara en un lugar parecido a una cama. Me dijo que estuviera en silencio y que me concentrara en mis energías positivas (no me podía concentrar porque esa "cama" era tan dura y incómoda que era imposible concentrarse). Entonces empezó a nombrar unas palabras muy raras, sonaban más o menos así: Hamalanka Hamalanka libere éte corpo d'éte malitió. Y volvía a repetir muchas veces estas palabras tan raras.

Después empezó a lanzarme ese líquido amarillo con el bastón que llevaba. No sabía si preguntarle qué era ese líquido hasta que al final se lo pregunté y hubiera preferido no saberlo, era meado de jabalí. Decía que era muy bueno para que los Dioses se arrepintieran del mal que me habían hecho, y que me volvieran la felicidad. Después de hacer esta tarea, se fue y volvió 20 minutos más tarde. Cuando vino era para decirme lo que le debía, le debía 2 cerdos. Era bastante caro, pues que yo era pobre y no tenía ni un conejo ni nada. Yo le dije que no tenía dinero para pagarle y se enfadó tanto que me hechó el bastón a la cabeza.Me fuí corriendo y volví a mi cueva.


Al pasar la noche, me encontraba peor, pero no iba a volver a ir a aquel chamán estafador. Una vecina me dio unas recetas para que se me pasara el dolor de cabeza a cambio de cazar por ella alguna presa. Por la noche me lo tomé y a la mañana siguiente me encontraba mucho mejor.

Pues me enteré por mi prima que ese chamán no sabe nada de divinidades y que lo único que hace es robarle el dinero a la gente. En realidad lo único que cura a las personas es la energía positiva que tenemos: si pensamos que nos curamos (como yo hice cuando mi vecina me dio esas recetas), al final nos curaremos. Pero si no estamos seguros, acabaremos más malos de lo que estábamos, y eso es lo que me paso con aquel "chamán" de pintas raras.

2 comentarios:

  1. Felicidades, me ha encantado. Están muy bien las descripciones del chamán, donde vive, y cómo era la cama. Ese lenguaje trival, ya me lo explicarás ;) A mí también me parecía muy caro.

    Muy bien Cristina, muy original.

    ResponderEliminar
  2. el mio esta mejor jejejeje lo sabes muy bien cristina

    ResponderEliminar