Irene Maciá Sempere
Cuando viajamos al norte salimos más pronto de lo esperado. Eran las 2.00 de la mdrugada y íbamos a bueno ritmo en nuestro coche. Estábamos mi padre, mi madre , mi hermano y yo. Todos dormían, excepto mi padre, que estaba muy concentrado en la carretera, ya que, no podía escapársele ningún detalle y menos cuando todo está repleto de oscuridad, y yo que contemplaba la preciosa luna llena que imponía en lo alto del cielo.
Empezaba a coger el sueño cuando de repente el coche hizo un movimiento brusco y se oyó un ruido de derrape y acabamos en la barrera de protección de la carretera. Me di un buen golpe en la cabeza y me dolía pero no parecía sangrarme. Por un momento creí que había muerto, pero por suerte no fue así. Todo seguido comprobé si mis padre y mi hermano estaban bien, y por suerte también lo estaban. Salimos del coche y comprobamos que estaba bien abollada la zona de delante. Mi padre lo primero que dijo fue:
-¡No me lo puedo creer! ¡El coche nuevo destrozado ya! Ay que me da un ataque...
Mi hermano para tranquilizarle dijo:
-Papá las cosas así no se afrontan, uno tiene que pensar en lo primero, y lo primero es que todos estamos bien, lo segundo es que el seguro que tenéis contratado seguro que lo paga. Así que tranquilízate papá.
Mi madre que empezaba a sollozar intervino.
-Todo nuestro esfuerzo a la basura, ¿ahora qué vamos a hacer? Tengo el presentimiento de que algo pasará con el seguro que al final no nos pagarán nada o casi nada...
Yo ya no podía aguantarlo y dije:
-Por esto no hay problema, ahora llamamos a la grúa, nos llevan a algún taller, te lo arreglan y a disfrutar de las vacaciones, para algo las hemos pagado. De manera que vamos a olvidarnos de esto y ya está.
-Tienes razón hija pero esto es difícil de olvidar, es que si no se me hubiera cruzado ese conejo.... (un poco rabioso).
- Venga pues llama a ver si es posible que nos ayuden.
Mi padre hizo eso y poco después llegó la grúa de servicio y nos remolco hasta el pueblo más cercano. Pasamos la noche en un pequeño hotel y al día siguiente lo pudimos reparar en un taller del pueblo. Después continuamos con nuestro viaje.
Cuando viajamos al norte salimos más pronto de lo esperado. Eran las 2.00 de la mdrugada y íbamos a bueno ritmo en nuestro coche. Estábamos mi padre, mi madre , mi hermano y yo. Todos dormían, excepto mi padre, que estaba muy concentrado en la carretera, ya que, no podía escapársele ningún detalle y menos cuando todo está repleto de oscuridad, y yo que contemplaba la preciosa luna llena que imponía en lo alto del cielo.
Empezaba a coger el sueño cuando de repente el coche hizo un movimiento brusco y se oyó un ruido de derrape y acabamos en la barrera de protección de la carretera. Me di un buen golpe en la cabeza y me dolía pero no parecía sangrarme. Por un momento creí que había muerto, pero por suerte no fue así. Todo seguido comprobé si mis padre y mi hermano estaban bien, y por suerte también lo estaban. Salimos del coche y comprobamos que estaba bien abollada la zona de delante. Mi padre lo primero que dijo fue:
-¡No me lo puedo creer! ¡El coche nuevo destrozado ya! Ay que me da un ataque...
Mi hermano para tranquilizarle dijo:
-Papá las cosas así no se afrontan, uno tiene que pensar en lo primero, y lo primero es que todos estamos bien, lo segundo es que el seguro que tenéis contratado seguro que lo paga. Así que tranquilízate papá.
Mi madre que empezaba a sollozar intervino.
-Todo nuestro esfuerzo a la basura, ¿ahora qué vamos a hacer? Tengo el presentimiento de que algo pasará con el seguro que al final no nos pagarán nada o casi nada...
Yo ya no podía aguantarlo y dije:
-Por esto no hay problema, ahora llamamos a la grúa, nos llevan a algún taller, te lo arreglan y a disfrutar de las vacaciones, para algo las hemos pagado. De manera que vamos a olvidarnos de esto y ya está.
-Tienes razón hija pero esto es difícil de olvidar, es que si no se me hubiera cruzado ese conejo.... (un poco rabioso).
- Venga pues llama a ver si es posible que nos ayuden.
Mi padre hizo eso y poco después llegó la grúa de servicio y nos remolco hasta el pueblo más cercano. Pasamos la noche en un pequeño hotel y al día siguiente lo pudimos reparar en un taller del pueblo. Después continuamos con nuestro viaje.
Muy bien, haz trazado correctamente los cuatro tipos de humores y caracteres que atribuía esta teoría médica.
ResponderEliminarBien hecho!!
Esta historia me recuerda a cuando yo me fui a Barcelona jajaja
ResponderEliminarMe ha gustado al final como actúan todos pensando en positivo :)
Irene está muy interesante la historia, lo que más me ha gustado es cuando el padre se asusta por que se le ha roto el coche.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstá muy bien la historia mezclando el carácter de los humores con la tragedia del accidente. :)
ResponderEliminarHa estado muy interesante tu pequeño relato. Has sabido cómo realzar el carácter de cada personaje.
ResponderEliminarBuah, que fascinante, hay que decir que actúan muy bien aunque se hayan empotrado! xD porque yo creo que me había muerto del susto! jajaja
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